El pueblo egipcio, griego, hebreo, asirio, persa y antiguas civilizaciones, como la china o hindú, o más modernas, como la nuestra, han utilizado y utilizan diferentes mezclas para cambiar el color natural del cabello. Los egipcios usaba henna para teñir sus uñas y pelo de colores rojizos. La historia describe que utilizaban una mezcla de sangre de vaca con determinados aceites. Los griegos conseguían fórmulas a base de blanco de cerusa y bermellón. En la antigua Roma se usaba un preparado que elaboraban con grasa de cabra y ceniza de haya. El cabello siempre ha sido el marco ornamental natural que resalta la belleza del género humano y su color favorece o desluce la belleza de un rostro. Por ello, cada vez es mayor el porcentaje de mujeres y hombres que utilizan habitualmente un producto de coloración. En España se supera la cifra del 76% de la población.
El color natural del cabello es debido a un pigmento denominado melanina que es sintetizado por los melanocitos. Con la edad su funcionamiento se ralentiza y el pelo pierde su color, tornándose blanquecino. Si decides cambiar el color de tu cabello recuerda que los colores oscuros envejecen y hacen más dura la expresión del rostro. Generalmente a las personas de piel clara les favorecen los tonos castaños o rubios. Si eres morena, de ojos oscuros, prueba con matices rojizos y violetas. Si tus cejas son prominentes y negras evita los rubios. Los cabellos negros favorecen a aquellas personas con pieles aceitunadas y cutis oscuros. Si tienes los ojos marrones, los tonos castaños y rubios oscuros te favorecerán. Y si tienes los ojos verdes los tonos cobrizos y rojos resaltaran tu mirada.
En la actualidad, la industria cosmética pone a nuestra disposición gran variedad de tintes capilares. Preparaciones destinadas a dar color al cabello, ya sea para producir un cambio de tonalidad o restituir el color a los cabellos blancos.
Dentro de las coloraciones químicas la coloración permanente copa un 80 % del mercado. Generalmente se formula en dos partes, una crema o emulsión encargada de aportar el color y un oxidante. Con su aplicación se modifica el pigmento natural del cabello. Penetra en la fibra capilar y provoca una reacción de oxidación que modifica definitivamente el color. La coloración denominada ‘tono sobre tono’ o “baño de color” aporta reflejos y matices, no cambia el tono base del cabello, ya que los pigmentos químicos se superponen a los naturales. No contiene amoniaco, sino agentes oxidantes que no penetran en profundidad. Cubre las canas aproximadamente en un 50 % y su efecto dura alrededor de ocho semanas.
Maquillaje y peinado en la antigua Roma
16Abr10
Peinado de la época flaviaPodría pensarse que el maquillaje, sombra de ojos, tinte para el cabello y demás aditamentos para la belleza son algo relativamente moderno. Nada más alejado de la realidad. Ya en la edad Antigua se utilizaban diferentes técnicas para mejorar el aspecto.
Veamos cómo se arreglaban y maquillaban las matronas romanas, como un ejemplo de lo que sucedía en aquellos días.
Como productos cosméticos utilizaban tierras coloreadas para el maquillaje y las mascarillas de belleza, un polvo negro —similar al kohl egipcio— como pintura de ojos para realzar la mirada y tintes para el cabello, como la henna importada de Egipto o un tinte rojo a base de grasa de cabra y de ceniza de haya que se producía en Germania, conocido como sapo.
También se usaban aceites y ungüentos en el cuerpo y se perfumaban profusamente los vestidos desde las primeras importaciones de sustancias perfumadas de Oriente.
Dada la extensión en el tiempo del Imperio romano, diferentes fueron las modas y costumbres en el peinado. Inicialmente los cabellos femeninos se arreglaban con gran sencillez y con un uso limitado de perfumes. Tal es el caso del peinado a lo Octavia que constaba en un copete sobre la frente y una trenza recogida en un moño en la nuca.
En la época flavia se puso de moda añadir postizos al propio cabello, en forma de bucles dispuestos en corona sobre la frente. Y múltiples era los peinados con diferentes combinaciones de rizos y bucles.
En cuanto a los hombres, que durante siglos habían llevado cabellos largos y barbas descuidadas, adoptaron a partir del siglo III a.C. la moda griega de los cabellos cortos y los rostros afeitados.
Al final de la época republicana, el peinado masculino se volvió más laborioso. Los cabellos cortos se empezaron a peinarse con el calmistro, un hierro que se calentaba en las brasas que servía para rizar y hacer bucles.
En el siglo II d.C. se produjo un cambio de tendencia cuando el emperador Adriano adoptó de nuevo la barba. También se popularizó teñirse el cabello de rubio, hasta llegar a los excesos de Cómodo, que se espolvoreaba el cabello con oro molido.